Periódico De la Urbe

Participación en el Periódico De La Urbe de la Facultad de Comunicaciones de la Universidad de Antioquia 2007-2008

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El renacer del Oasis  https://bit.ly/2oCvmDg 


Después de un año del incendio en El Oasis, un sector del barrio Moravia, muchos damnificados tienen sus esperanzas puestas en sus nuevas casas ubicadas en Renaceres, un proyecto de vivienda en la Ciudadela Nuevo Occidente, en Pajarito
“Me gustaría vivir en un segundo o tercer piso con balcón, para tener mis plantas y divisar”, expresa María Bernarda Ríos cuando piensa en la casa nueva para la que se mudará en los próximos meses y que espera sea definitiva.
En 15 años María Bernarda ha perdido las dos casas que han sido su hogar y que ha construido con sus propias manos. La primera fue destruida por el río Medellín y la segunda, por el incendio en el sector de El Oasis el 28 de febrero de 2007.
Todo empezó 15 años atrás cuando ella vivía con sus 5 hijos, su hermana de 12 años, y la abuela de 77 en una pieza alquilada en Moravia, pero siguió los consejos de las personas que habían empezado a invadir los terrenos cercanos a la paralela del río Medellín en el sector de El Oasis, y cercó un lote allí. Como  no tenía los recursos económicos para construir lo dejó así, y se fue a levantar  una casa con madera que le regalaron, cerca del río Medellín en el área llamada La Curva del Diablo, entre las estaciones del Metro: Caribe y Tricentenario.
Sin embargo, con la construcción del Metro, la barranca se estrechó y una noche, el río se llevó su vivienda. Aunque nadie murió, gracias a que logró salir con su familia con la ayuda de los vecinos, las pérdidas materiales la  condujeron hacia El Oasis Tropical, el otro sector de Moravia donde había cercado el lote.
“Conseguí más madera e hice una pieza y con mi hijo mayor encerré el resto porque me lo iban a quitar, pues se veía siempre grande, y entonces vivimos en esa pieza mucho tiempo y ahí la fuimos construyendo así de madera, hasta que la terminé, ya le eché pisos a toda, y con el dinero de mi trabajo, puse el agua yo sola como 120 metros desde Moravia hasta el sector 4 de El Oasis, porque por allá se sufría mucho de agua. “ recuerda María Bernarda.
Aunque el nombre del sector era El Oasis Tropical, 14 años antes, cuando llegó María Bernarda, junto a otras familias más, la zona no era muy habitable,  carecía de energía eléctrica, agua, acueducto, teléfono, caminos en cemento y muchas casas estaban hechas de latas, madera y zinc. María Bernarda al igual que los vecinos  tuvo que instalar los servicios públicos, el lavadero, ayudar a construir el sendero de cemento, y por eso, considera que todo fue hecho con sus manos.

El incendio
El miércoles 28 de febrero de 2007, el reloj marcaba las 11:30 p.m. en una aparente noche de calma. María Bernarda, su esposo, sus cinco hijos, incluida una adolescente con cinco meses de embarazo, su yerno y su nieta dormían. 
Lo que parecía el bullicio de unos vecinos despertó a su esposo, quien intentó por primera vez, saber qué ocurría, pero María Bernarda le dijo que continuaran durmiendo. Sin embargo, el bullicio se hizo más fuerte y esta vez, su esposo se asomó por la ventana, para la triste sorpresa que una fuerte llamarada se veía ascender rápidamente por El Oasis desde el sector uno, parte baja y plana en la paralela del río, hacia el sector seis y la parte más alta.
De inmediato, la familia despertó y buscaron la forma de huir de las llamas que cada vez estaban más cerca. En medio de la confusión, lograron sacar algunos electrodomésticos de valor como el Dvd, el televisor  y la lavadora que estaban pagando desde hacía dos meses, además, de un cuadro que había realizado María Bernarda para el 6 de enero, día de su cumpleaños.
Con la angustia del incendio, su hija Tatiana que estaba embarazada se desmayó, y Maria Bernarda olvidó los artículos que había sacado de su casa, para atender a su hija.
Tan rápido como avanzaban las llamas, crujía la madera, estallaban las pipetas de gas con las que cocinaban en el sector, y se oían llantos y lamentos, en medio de un incendio que dejó desierto El Oasis Tropical.

El 1º de marzo, un amanecer para olvidar
Desde el momento de la salida intempestiva de la casa todo ocurrió muy rápido, y todos buscaban un lugar seguro a donde ir. Hasta que, a eso de las 2:00 a.m. María Bernarda y su familia se encontraban en la cancha de Moravia, descalzas, en pijama, con su rostro cubierto de tizne y lágrimas por doquier. “Todo fue muy horrible, las sirenas de las ambulancias sonaban muy fuerte y empezaron con un megáfono en la cancha a llamar a los damnificados, todo fue confusión, yo nunca creí que se hubiera quemado todo el Oasis” afirma María Bernarda
Durante ese primer día, María Bernarda hizo parte de los damnificados que fueron censados por el SIMPAD y que recibieron donaciones de implementos de primera necesidad a través de la Corporación Antioquia Presente. Para ese momento de la mañana se conoció la muerte de un menor de 5 años por quemaduras dentro de su casa, y las múltiples quemaduras de un vecino que trató de auxiliar al niño.
La administración y las entidades que atendieron la emergencia, les entregaron a los afectados que fueron censados las donaciones que recogieron y les informaron que a partir de ese momento podrían buscar una casa en arriendo temporal que cubriría el municipio por un valor máximo de 200 mil pesos mensuales, y que se podrían iniciar las postulaciones para los subsidios de vivienda nueva para la unidad llamada Renaceres, ubicada en el sector de Ciudadela Nuevo Occidente en Pajarito.
La Universidad de Antioquia a través de la creación de una mesa de atención acompañó a los damnificados, casi  las 24 horas durante la primer semana, colaboró con las necesidades más inmediatas como la realización del censo de los damnificados, la verificación del censo, la entrega de donaciones y el apoyo en los albergues temporales ubicados en la Institución Educativa Gilberto Alzate Avendaño y en la iglesia de El Oasis.
Por su parte, el municipio atendió a los refugiados en el albergue temporal ubicado en la institución educativa Gilberto Alzate Avendaño, mientras que Antioquia Presente fue la encargada de administrar las donaciones en dinero y especie provenientes de Medellín y el resto del país. 
A María Bernarda, propietaria de la casa que se quemó, le informaron que recibirá una casa nueva en el sector de Renaceres en Pajarito sin pagar cuotas como si deben hacerlo, quienes al momento del incendio, vivían en arriendo.
Entre tanto, otras entidades participantes como el Inder colaboraron con jornadas de recreación para los menores, el ICBF con la atención psicosocial, la evaluación nutricional y la integración de menores a hogares infantiles  y comunitarios. La Pastoral Social también colaboró con atención psicosocial a través de practicantes de sicología de la Universidad Pontificia Bolivariana.
Pero en la medida en que se fueron atendiendo, las necesidades inmediatas,  la labor de operadores como la Universidad de Antioquia y Antioquia Presente se hicieron más fuertes, como expresa Soledad Montoya Arias: “a partir de un equipo interdisciplinario integrado por una comunicadora social, un psicólogo, un arquitecto y los trabajadores sociales se realizaron las visitas domiciliarias, los recorridos por el territorio, la definición de los niveles de afectación, la gestión ante el Simpad para la carta de desalojo y principalmente, la caracterización de los grupos familiares a través de un instrumento llamado Ficha Social que permitiera dicha caracterización y establecer los niveles de vulnerabilidad”.
Ante la aplicación de la ficha social, se presentó una dificultad, porque si bien la mayoría de las familias desalojadas lograron ubicarse en arriendo temporal en Moravia y en los barrios del entorno inmediato, y esa cercanía facilitaba las visitas domiciliarias, algunos no encontraron más viviendas disponibles para arriendo, y por ello, las familias se ubicaron en otros lugares de Medellín, bello e Itagüí, lo que hizo más compleja la aplicación de la ficha y la verificación de las condiciones de habitabilidad de las viviendas arrendadas.
Debido a ello, convocaron a las familias ubicadas por fuera de Moravia para ir a la oficina en El Oasis y allí aplicar la Ficha Social, pero fuera de contexto. Entonces, las fichas sociales y las visitas domiciliarias se lograron hacer en un 100 por ciento con las familias que habitaban Moravia y su entorno, pero con las familias que se ubicaron fuera se logró apenas con el 60 por ciento.
Adriana Gaviria Ocampo, Presidenta de la  acción Comunal de El Oasis considera que “en cuanto a la reposición de las unidades productivas, como todo, no ha sido fácil, pero en ese sentido ha habido muy buena atención, desde Antioquia Presente y la Universidad de Antioquia, uno que no está en las condiciones de las personas damnificadas, entiende que es muy demorado el proceso pero eso tiene que ser así. A mí me parece que ha sido muy bueno, porque ha sido investigado, bien elaborado, para ver quiénes son los beneficiados”

Después de las cenizas, la vida continúa
Desde el principio, los damnificados contaron con la asesoría de la Corporación Antioquia Presente, así lo afirma Juan Esteban Gutiérrez Henao, Coordinador del Operador Económico La Corporación, con el apoyo de la agencia de publicidad DDB, adelantó la campaña A MORAVIA con la cual se recolectaron $403.243.170 y se recibieron gran cantidad de donaciones en especie como frazadas, ropa, alimentos, implementos de aseo, entre otros,  destinadas a atender a la población damnificada por el incendio. Para la entrega de estas ayudas se realizaron 5 jornadas, durante las cuales se entregaron 552 paquetes de donaciones a los 230 grupos familiares afectados”
Pasados varios días del incendio, María Bernarda  decidió buscar salidas a la crisis económica, ya que su esposo estaba desempleado, y debían pagar los servicios de la casa como requisito para que recibieran el pago del arriendo, y cubrir las necesidades básicas.  Así que se las arregló haciendo manualidades, vendiendo ropa, realizando labores domésticas y vendiendo tamales.
Amparo del Socorro Posada quien además de su casas perdió su tienda en el incendio, también se las ingenia para salir adelante “Soy madre comunitaria de Bienestar Familiar, cuido a 12 niños en este hogar que se llama: Los pequeños conejillos y además, estudio confecciones los sábados en Robledales, con una corporación de la Presencia Colombo Suiza desde octubre del año pasado para 208 horas, todos los sábados de 8:00 a.m. a 3:30 p.m.”

Las postulaciones a vivienda
Y como la vivienda es la prioridad para las numerosas familias que habitaban El Oasis, la reubicación ha sido centro de interés, pues además del incendio, desde 1990 Moravia con El Plan de Ordenamiento Territorial se definió como un área de intervención especial, por tratarse de viviendas ubicadas en el antiguo basurero de Medellín.
Martha Inés Valderrama, Coordinadora Académica de acompañamiento social del proyecto de Intervención Integral informa que “La Universidad de Antioquia estuvo apoyando los alojamientos de emergencia, o arriendos temporales con dos posibilidades: que las familias alquilaran una vivienda o que se alojaran donde familiares o vecinos. En cualquiera de los dos casos, el municipio les ofreció un apoyo que en un principio podría ser de tres meses, pero en el caso de propietarios de las viviendas perdidas, va hasta el momento en el que el municipio les entregue la vivienda de reposición, mientras el proyecto se termina de construir”.
Para los habitantes del Sector de El Oasis el proyecto de vivienda se llama Renaceres y está ubicado en el sector de la Nueva Ciudadela de Occidente cerca de La Aurora, La Huerta y Las Flores donde ya han sido reubicadas familias de El Morro de Moravia, cerca a donde ya funciona la estación de Metrocable.
Ahora están a la espera de la entrega de la vivienda nueva en Renaceres y ya María Bernarda se imagina cómo será ese momento. “Nos llevaron a Renaceres cuando nos dieron el primer subsidio para la vivienda, nos hicieron la propuesta  y nos mostraron el formulario. Yo de una vez ahí mismo lo llené, me hice postular pa’ quedarme por allá. Y ahí estoy esperando con mucha ansiedad” 
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Medellín es un jardín  https://bit.ly/31ajEwL 



Si bien el mayor exportador internacional de flores del departamento es el oriente antioqueño y no precisamente Medellín, “Ciudad de las flores”, en las zonas periféricas de la ciudad se conserva la tradición que el dio fama a este valle. San Cristóbal, San Sebastián de Palmitas y Santa Elena abastecen con sus flores el mercado local y trabajan para exportar a nivel nacional.
De Santa Elena: flores con tradición
Santa Elena lleva sobre sus hombros el peso de 51 desfiles de silleteros dentro de la Feria de las Flores, lo que le ha ganado el reconocimiento mundial como “Tierra de las flores”. Allí, existe un lugar donde se reúne toda la tradición del corregimiento. Se trata de la Granja de José en la vereda El Llano, ejemplo fehaciente de la riqueza de esta zona, al integrar en un solo lugar las flores tradicionales, las antigüedades de la cultura antioqueña, los animales característicos de la finca de los abuelos, los criaderos de truchas, los cultivos de frutas, las legumbres, las aromáticas en las huertas caseras, la cría de animales domésticos, y las fotos de antaño de Medellín y el corregimiento.
Este espacio natural es administrado por Wilson Soto Hernández hijo de José Soto, el propietario de la finca. Como expresa Wilson, esta granja tiene un propósito: “Antes habían muchas fincas con ganado y flores tradicionales, pero se han ido acabando. La flor no llama la atención tanto porque las floristerías y productores del oriente antioqueño son las que tienen acaparado el mercado, y por eso se ha ido acabando la flor nativa. Entonces es la granja un espacio para tratar de recuperar esas flores de siempre”. El caso de Santa Elena es de atención porque los propietarios de los cultivos de flores tradicionales han disminución la producción, por motivos como las caídas del precio del dólar, la mayor capacidad y competitividad de flores del oriente antioqueño, las dificultades de inversión de los campesinos y las tendencias mundiales en cuanto a flores y follajes. Esto ha llevado a la UDRA, Unidad de Desarrollo Agropecuario, anteriormente llamada Umata, perteneciente a la Subsecretaría de Bienestar Social de la Alcaldía de Medellín y a líderes como Wilson Soto, ha implementar un programa de acompañamiento a los floricultores.
“Aprobamos un programa para recuperar la flor tradicional dentro de un proyecto, porque de acuerdo con un estudio que tienen ellos allá se ha perdido mucha flor endémica de la zona que era de comercialización local. Entonces ellos presentaron un proyecto, el cual apoyamos y viabilizamos para el año entrante, los vamos a apoyar con infraestructura y logística para la producción de la flor tradicional”, expresa Jaime Alberto Gómez Ingeniero Agrónomo de UDRA. Además, de este apoyo para potenciar los cultivos tradicionales, se ha implementado el cultivo del helecho cuero, debido a que las tendencias mundiales de los compradores, exigen que las flores vayan acompañadas de follaje, pero aún este es un proceso incipiente en la zona, que espera, a largo plazo, dar sus frutos.

Floricultores de San Cristóbal se unen
San Cristóbal al occidente de de Medellín es un corregimiento muy colorido por sus cultivos de flores. Pese a no tener renombre como en el caso de los silleteros de Santa Elena, los floricultores de este corregimiento aportan la mayor producción de flores para el mercado local. Por este motivo y con el fin de fortalecer el primer renglón económico de la zona, las flores, nació hace dos años la idea de la asociación Flores y Follajes, liderada por Sigifredo Torres Sánchez, floricultor que ha luchado por mejorar la producción y la competitividad de la región.
“La UMATA como la conocen los campesinos, a partir del Presupuesto Participativo nos ha proporcionado semillas y herramientas que se han solicitado para picar tierra y mezclarla con nutrientes, lo que permite que el trabajo no sea tan caro en mano de obra y tener más posibilidades para el floricultor”, comenta Torres Sánchez. Ante la competitividad de los floricultores del oriente antioqueño y de Santa Elena por la tradición, San Cristóbal a través de la asociación Flores y Follajes está luchando por mejorar las condiciones de producción, abaratar los costos sin disminuir la calidad, llegar a sus clientes cercanos y ampliar su rango de compradores a precios razonables que no generen perdida para el campesino, por eso como ratifica Torres Sánchez, es fundamental el apoyo de los floricultores mediante las asociaciones.

Palmitas con olor a helecho
San Sebastián de Palmitas es un corregimiento vecino a San Cristóbal donde se respira el olor del helecho cuero, y se aprecian las maracas, los anturios, las musas, los bastones y algunas variedades de heliconias. Omar Zapata Velásquez, Director Ejecutivo de Agrofollajes, es uno del los floricultores que está luchando por fortalecer la producción en la zona. “La asociación nació hace dos años y a la fecha cuenta con 68 socios quienes han visto la importancia de unirse para los procesos de producción, comercialización e inversión de los fondos del Presupuesto Participativo de la Alcaldía, además, para recibir capacitación por parte de los técnicos de la Umata, porque la entidad quiere darnos las herramientas para que los campesinos se asocien y así tener oportunidad de crecimiento” explica Zapata Velásquez.
Ya sea que se viaje hacia Palmitas por la antigua carretera al mar o por el túnel de occidente, el paisaje muestra cantidad de cultivos bajo invernadero, parcelas sembradas y el olor al progreso. Es destacable la iniciativa de los floricultores que quieren ser competitivos como, Manuel Martínez, quien a sus 72 años, sigue al frente de su finca y es uno de los socios activos de Agrofollajes.

Heliconias, muchas heliconias
Dentro de la producción de flores del departamento se destaca el cultivo de heliconias, propias en su mayoría del suroeste antioqueño. O que empezó como una opción alterna al cultivo de café para unos campesinos se convirtió en toda una producción de heliconias. Carlos Julio Torres es el presidente de Asoheliconias, quien desde su experiencia como Tecnólogo agropecuario, ha logrado la estabilidad de la asociación, su reconocimiento local por parte de la Gobernación de Antioquia, la Secretaría de Agricultura y la interacción nacional con otras asociaciones del país dedicadas al cultivo de las Heliconias. “La asociación inició en Fredonia, en el suroeste hace 23 años, fuimos pioneros en el cultivo de heliconias porque iniciamos unos jardines para ir propagando la planta, cuando llegó la crisis del café ya teníamos realmente un buen cultivo de flores. Desde allí se ha expandido a Venecia, Amagá, Titiribí, Támesis, Andes, Jardín y tomó también un auge por el occidente en Sopetrán, San Jerónimo, Santa fe de Antioquia y Urabá. Tenemos cultivos en el norte por Girardota, Barbosa, Copacabana; en el oriente en San Luís, Cocorná, San Rafael, San Francisco. En Bello e Itagüí a pesar de tener tierras optimas no se ha implementado el cultivo”, afirma Carlos Julio Torres.
A la fecha se cultivan 150 tipos de heliconias. Dicho crecimiento, ha permitido la participación de la Asociación en la Exposición de Orquídeas, Pájaros y Flores, organizado durante la Feria de Flores, gracias al reconocimiento y el posicionamiento que han tomado las llamadas flores exóticas o tropicales. 

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Le Lido de París es un famoso cabaret desde los años 40 sobre la Avenida de Los Campos Elíseos en Francia, y en Medellín hay un teatro que lleva su nombre: el Lido, ícono de la ciudad ubicado sobre la calle 54, Caracas, con la carrera 49, Junín, y que nació en 1945. 

A mediados de los años 40, los hermanos franceses Jean y Joseph Clérico, compraron un lugar denominado "La plage de Paris" (que en francés traduce La playa de París), ubicado en la Avenida de los Campos Eliseos y fundaron un cabaret al que llamaron, Le Lido, porque la decoración al momento de la compra del local, estaba inspirada en la famosa playa del Lido en Venecia, Italia.
Y mientras Le Lido de Paris ha funcionado de manera ininterrumpida, el de Medellín nació, tuvo su época maravillosa, fue cerrado, restaurado y reinaugurado, lo que no pasó con muchos teatros de la ciudad.


El nacimiento
El Lido de Medellín nació por iniciativa de Francisco Luis Moreno Ramírez, un adinerado hombre que junto a su familia quiso contribuir a la cultura de la ciudad, donando los dineros para la construcción y la contratación del arquitecto Federico Vásquez y del escultor Marín Vieco.
Dicho proceso tardó 2 años y costó dos millones de pesos, debido a que los materiales en su mayoría fueron importados desde Estados Unidos como la escalera central que conduce al segundo piso, el mármol de pisos y baños, un yeso acústico para recubrir las paredes, porque los revoques de cemento eran demasiados duros y producían el choque de las ondas sonoras contra las paredes. Por esa razón, El Lido era considerado el mejor teatro en acústica para la época, con capacidad para mil 400 personas.
La familia de Francisco Luis Moreno vendió el Lido a Cine Colombia  para su administración, en 1948, por 900 mil pesos, hasta que el municipio de Medellín lo declaró patrimonio arquitectónico de la ciudad, en 1997 y lo compró para restaurarlo.  
Así como Le Lido era frecuentado por la realeza, artistas y políticos, el de Medellín era visitado por la alta sociedad para ver a las orquestas, artistas y el cine de talla internacional fomentado por el director de Promúsica, Hernán Gaviria, así lo recuerda Mario Iván Pérez,   administrador del Lido: “Yo asumí la administración en una época esplendorosa (1965-1968), que combinaba el espectáculo cinematográfico con la presentación de concertistas, pianistas como Claudio Arrau, chelistas como Pierre Fournier y el violinista Alberto Lysy” y hasta se presentaron El Emsemble Barroque de París y la Orquestas de Cámara de Berlín. 
Los asistentes compraban boletas por abonados para luneta a treinta pesos, balcón a veinte pesos y estudiantes con carnet  en el balcón a diez pesos.  Los conciertos eran los martes y los miércoles a las 8:30 p.m. y continuaron por dos años más, hasta que el propietario de Promúsica murió.


El cine y la decadencia
Si bien  el Lido era el más importante teatro de variedades en las décadas del 50 y del 60, el cine era la actividad central porque su administrador, Cine Colombia, trajo las películas de Federico Fellini, Michelangelo Antonioni y el cine de moda, sumado a los matinés los domingos, con boletas entre cinco y seis pesos.
Sin embargo, el Lido decayó a inicios de los 80 ante espacios culturales y recreativos en Medellín que desplazaron al cine, sumado a la inseguridad que se vivía en el centro y en los alrededores del Parque de Bolívar, lo cual condujo a la disminución gradual de público, y lo llevó a una crisis económica. Así que solo se presentaban esporádicamente películas y sencillas actividades culturales, hasta el cierre  a mediados de los 90.
Fue así como en 1997 el  Concejo de Medellín respaldó a la administración municipal para comprar el Lido a Cine Colombia y restaurarlo para devolverle su vida cultural, incluyéndolo  en el plan especial de protección patrimonial del departamento.
La restauración se inició en 2005 cuando la Gerencia del Centro y las secretarías de Cultura Ciudadana y Educación durante la alcaldía de Sergio Fajardo Valderrama hicieron una inversión de  dos mil 200 millones de pesos.


La restauración
Las adecuaciones buscaban conservar al máximo las piezas originales del Lido como  los vitrales, los murales, la madera, los pisos y los espejos, pero era necesario  dotarlo con los requerimientos técnicos y tecnológicos más modernos. Por esa razón, la restauración se llevó su tiempo para la instalación de mil 100 sillas nuevas y cómodas con una reducción en la capacidad de público tras la ampliación del escenario de 10 x 8 metros, que tiene 5 metros más de fondo y 2 metros más de ancho, para espectáculos de mediano formato con ocho parejas de baile y una orquesta.
De igual modo, se hicieron adecuaciones en el techo para prevenir problemas en las épocas de invierno, se modernizó la red antiincendios y el aire acondicionado, se tuvo cuidado en la pintura de los frescos y paredes, se remodelaron el piso y los baños, y se invirtió en equipos de audio, video y telones electrónicos.  
El Ballet Folklórico de Antioquia ganó la convocatoria pública para administrar el Lido en comodato desde diciembre de 2007, función que asumió desde la restauración del teatro, junto a los bailarines, quienes aprovechando sus diferentes profesiones han aportado al área administrativa, financiera y arquitectónica, y por supuesto, con la esencia de su quehacer, los espectáculos de danza y los talleres de formación para los públicos.  
Así lo expresa, William Carvajal Galeano, director de proyectos de El Lido e integrante del Ballet Folklórico, “El Ballet ha brindado acompañamiento y asesoría sobre cómo se debía recuperar el teatro a nivel técnico y logístico para espectáculos artísticos, no solo del ballet, sino de todo tipo,  con unas condiciones técnicas estándar”
Finalmente, el 21 de diciembre de 2007 los medellinenses se reencontraron con el pasado, el presente y el futuro del teatro Lido en la Reinauguración. A dicho evento asistieron las autoridades municipales e invitados relacionados con el arte y la cultura, pero también la ciudadanía para presenciar un espectáculo de evocación cultural a partir de una orquesta, músicos, mimos, danza, ballet y cuentería como una muestra representativa de los eventos que allí se pueden realizar.
A partir del 22 de diciembre y hasta el 31 de enero se desarrolló una completa programación de manera gratuita con música, teatro, poesía, compañías de danza contemporánea, un ciclo de dos semanas de cine arte, cine infantil y grupos musicales locales de gran trayectoria, que colmaron la capacidad de 1.100 personas del teatro.
Esa inauguración, fue presenciada por un invitado especial, Mario Iván Pérez Roldán, administrador de El Lido entre 1965 y 1968, “Me invitaron a la reinauguración, y digo que el Lido quedó muy bonito,  siempre fue lindo pero se conservó todo y quedó muy bello; ojalá sigan difundiendo la cultura y que se convierta en un referente  otra vez de Medellín”
De nuevo, el Lido estuvo cerrado durante febrero y marzo debido a adecuaciones como explica Erika María Rivera Rúa, directora del teatro: “Hicimos un balance de acuerdo con el uso y la infraestructura, y también estábamos haciendo el convenio para la contratación de los grupos a nivel jurídico para lograr que hagan parte de la programación”
Durante este año, la programación continuará así: “Los lunes es mantenimiento del teatro, los martes y miércoles, cine arte; los jueves, teatro para grupos locales; los viernes danza; los sábados música para niños y adultos; y los domingos el cine infantil”. Pero como El Lido pertenece a la programación organizada por la Secretaría de Cultura Ciudadana, ésta se hace cada mes, de acuerdo con las actividades de la ciudad y de impacto nacional o internacional, por eso, a la fecha tienen la programación para tres meses.
Así mismo, el Ballet Folklórico de Antioquia aporta una presentación mensual al Lido con sus tres grupos: La Compañía de Danza AfroContemporánea- Grupo Sankofa, El Grupo musical Tierra Adentro, y la Danza Folklórica; y espera mostrar a las delegaciones internacionales que visiten la ciudad todo su talento.


El futuro
La administración del teatro adelanta proyectos como las visitas guiadas a grupos de colegios y universidades para conocer El Lido, así como estudia su alquiler para eventos privados, empresariales, educativos y de la alcaldía como seminarios, capacitaciones y celebraciones. Así lo confirma Rivera: “Se está trabajando en el alquiler del teatro por ser un espacio público que requiere una reglamentación jurídica y legal para prestar ese tipo de actividades”
Hasta el momento, los eventos son gratuitos pero llegará el momento en que la alcaldía deba subsidiar la mitad del espectáculo y el público la otra mitad, con una boleta de costo mínimo, porque el trabajo de los artistas merece un estímulo. Ello se debe a que tras la inauguración, el ingreso era con una boleta entregada 15 minutos antes de cada evento, pero ante los revendedores se abolió la boleta y basta con hacer la fila.
Pero mientras eso llega, y así sea con un costo bajo, la ciudadanía debe aprovechar que el Lido está abierto para darle vida al Parque de Bolívar y al centro de la ciudad, y contribuir de paso, a la internacionalización de la cultura.

Memorias del teatro Lido

-Marcela Galeano. Guarda de seguridad del teatro.
Recuerda que vivía en Prado Centro y la última vez que asistió al Lido fue con su hermano mayor al matinée de  Jurasic Park, cuando tenía 12 años de edad a mediados de los 90, y luego de ello el Lido fue cerrado.
Curiosamente, desde el 26 de diciembre de 2007 trabaja como guarda de seguridad en el Lido y recuerda su primer día de trabajo.: “La compañera de la inducción hizo el recorrido conmigo, y yo le conté que vine aquí cuando tenía 12 añitos y que ahora está muy bonito, por eso ella me dijo: estás aquí, disfrutarlo”.

-Gabriel Jaramillo, Administrador de una papelería vecina de el Lido 
 “Llevo 33 años cerca del Lido desde cuando llegué a trabajar a la papelería. Al teatro iba mucha gente y hacían largas filas para los eventos, pero se fue acabando y a lo último ya había graduaciones de colegios y otros eventos, hasta que lo cerraron. En la época dorada yo entré al teatro a ver muchos artistas, violinistas, chelistas y músicos porque el teatro era el mejor  en acústica”.

 -Alonso Pérez. Trabajador de la heladería San Francisco desde 1961 y ahora administrador de la salsamentaría Girasol
“Desde esa época el Lido era lo máximo, lo que lo distinguía de los demás teatros era la acústica cuando se presentaba una orquesta o un evento. Pero los teatros en el centro se acabaron y entre ellos el Lido, por la inseguridad, los centros comerciales con cine, la televisión, el video. Lastimosamente, se acabó el teatro, lo cerraron y nosotros los vecinos vimos eso con tristeza”.  

-Mario Fernández. Trabajador de la heladería San Francisco vecina del teatro   
“Llevo más de 30 años de conocer el Lido porque trabajaba en la heladería San Francisco la más famosa del parque de Bolívar. La mayoría de los clientes antes de entrar al Lido, pasaban a comer helado; era como una tradición sobre todo los domingos en la matinée. Pero el Lido se fue desprestigiando y se acabó, y también la heladería en 1995”. 

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Un adiós a la viuda de Daniel Santos   https://bit.ly/2ILSqpS 

 La voz de Omaira Rivera ya no acompaña a los amantes de la salsa. Su corazón se detuvo el 22 de octubre. Desde entonces los melómanos de la ciudad la recuerdan e invocan en cada tertulia, en cada fiesta, en cada audición


Omaira Rivera Chamorro fue una mujer que hizo historia musical en Colombia y el mundo, por ser una gran investigadora musical, conferencista, locutora, periodista, coleccionista, melómana, y socia del Club Social y Cultural Sonora Matancera de Antioquia y de la Asociación de Amigos del Tango.
La música fue su vida, pero su corazón, que vibró con ritmos afrocaribeños y tangos, dejó de latir el pasado 22 de octubre en la Clínica Medellín, a sus 54 años. Su salud se vio afectada en los últimos dos años por problemas cardiacos que nunca se convirtieron en un impedimento, porque vivió para y de la música, como afirman sus familiares y amigos.
Omaira nació en Pasto, Nariño, el 17 de diciembre de 1952. Su madre era pastusa y su padre de Guarne, Antioquia. En Guarne estudió hasta séptimo grado, y luego viajó con su familia a Medellín para terminar el bachillerato. Regresó a Pasto a trabajar y desarrolló su pasión por la música afroantillana y colombiana, y por los tangos, en la taberna que abrió, El Tonel, muy frecuentada por los melómanos, bohemios e intelectuales de Pasto, que la inspiró para tener su propia taberna en Medellín, donde se radicó a principios de los años noventa. Los fines de semana viajaba a su casa de descanso en Guarne, y visitaba Pasto en época de carnavales o de eventos musicales importantes. Por eso, en Pasto, Guarne y Medellín hay huellas importantes de su vida.


Diógenes, Bolero y Son
En la céntrica esquina de La Playa con Córdoba, en Medellín, Omaria compró hace 17 años una taberna llamada Diógenes, especializada en jazz y bolero; luego, Omaira habría de ampliar el repertorio con la música caribeña y la afroantillana.  
Ella y sus hermanos convirtieron a Diógenes en un pequeño museo de la música, donde conversaba con los visitantes, intercambiaba material con coleccionistas, homenajeaba artistas y presentaba videos musicales.
Diógenes encierra tesoros inéditos y está decorado con cuadros y fotografías de reconocidos cantantes  como Héctor Lavoe y Celia Cruz. Por eso, tras su muerte, sus hermanos preservarán la cultura musical de Diógenes.
 

Tras los micrófonos
Fue corresponsal de la BBC de Londres en temas de música lationamericana, y trabajó en Radio Bolivariana, Latina Stéreo y Múnera Eastman durante 19 años. “Ella era una gran melómana que no se limitó a disfrutar de la música sino que se preocupó por investigar la orquesta, los intérpretes, y mucho más, por eso compartía todo su saber en la radio” afirma su amiga Berta Lucía Posada, directora académica del Teatro El Águila Descalza.
En Radio Bolivariana conducía los programas El Canto de América, Bolero y Son y Nostalgia con Omaira, a los cuales llegaba con su maletín lleno de acetatos; de ahí  su nombre cariñoso “panela” por el peso físico y afectivo de su colección, como cuenta Henry León Estrada, director de Radio Bolivariana. “Omaira estaba en nuestra familia de realizadores. Ella lo hacía por amor al arte, por pasión. Todos los realizadores lo hacen gratuitamente, por ser radio cultural” agrega Estrada. Tras su fallecimiento, la emisora le rindió homenaje durante 15 días con programas que no habían salido al aire. 


Con Ritmo Cubano y Sentimiento Latino 
Omaira participaba en la emisora Latina Stéreo con los programas Ritmo Cubano los sábados sobre los cantantes y agrupaciones “raíces de la salsa”  y en Sentimiento Latino los jueves con especiales de boleristas y salseros.
Jairo Luis García su compañero de programas, fue su amigo y complemento laboral;  él tiene 40 años de experiencia y conoce la historia de la música, y ella fue una investigadora musical con letra mayúscula.
“Me atrevería a decir que ella tenía de todo, tangos, boleros, tropical, colombiana, rancheras, películas mexicanas y, por supuesto, la música de Daniel Santos, de quien se consideraba su viuda a nivel musical” recuerda García.
Jairo Luis visitó la casa de Omaira y quedó “descrestado” ante la gran cantidad de acetatos, discos compactos, libros, revistas, noticias y películas; por eso evoca las experiencias maravillosas: “en la emisora los locutores nos llamaban los abuelitos de la salsa, porque mientras hacíamos los programas bailábamos las canciones que salían al aire”. Al igual que Radio Bolivariana, Latina Stéreo también le ha rendido un sentido homenaje.



Tertulias musicales con Omaira
En septiembre de este año, El Teatro Pardo El Águila Descalza inició una programación académica para la formación de públicos donde Omaira tenía su propio espacio: Hablemos de música con Omaira Rivera, los viernes a las 3:30 p.m.
Solo alcanzó a realizar tres tertulias porque el 19 de octubre, día de la cuarta, sufrió el infarto. Berta Lucía Posada recuerda: “las tertulias estaban teniendo muy buena acogida, sobre todo entre los jubilados; hasta querían conformar un club para el próximo año, y viajar a Cuba para aprender de música”
Tras semanas de duelo, el viernes 9 de noviembre se reanudaron las charlas, que a partir de ahora llevarán su nombre: Tertulias Omaira Rivera. Ese día la homenajearon: “se presentaron unas fotos y un video sobre Omaira e hicimos un minuto de silencio; y como ella es irremplazable, para las tertulias se tendrá un invitado diferente cada vez” expresa Posada.


En la memoria
La lista de sus amigos sería extensa de nombrar, por ejemplo, con Maria Adelaida Echavarría compartió durante diez años en la emisora Múnera Eastman, en el programa Solo para mujeres, donde Omaira cubría en directo eventos musicales en Colombia, hacía las efemérides de los artistas, seleccionaba música de acuerdo con los temas del programa y hablaba al respecto. Así la recuerda Maria Adelaida: “Oma, como le decía yo, nos enseñó esa pasión por la música, y tratábamos de decirle siempre al aire que linda voz  tenía. Además, compartimos mucho en Diógenes”.
Por su parte, Rodrigo Saldarriaga director del Pequeño Teatro, expresa que Omaira les proveía la música para la cafetería, las obras de teatro y las tertulias musicales. “Ella tenía una colección muy importante, no solo de música sino de conocimiento. Y la gordita era una “biblia”, una sabiduría mayor, porque no tenía la pretensión intelectual del conocimiento sino de gozarse la vida. Por eso hablaba tan sabroso de la música” agrega.
Como la música que tanto ayudó a preservar, Omaira permanecerá en la memoria de sus familiares y amigos, y de coleccionistas y melómanos. Será recordada como una mujer apasionada por la música: “Omaira decía: yo soy feliz trabajando, pero trabajar en la música, en lo que le gusta a uno, eso no es trabajo y todavía le pagan a uno” expresa Juliana, su hermana.